junio 2013 ~ Hunklopedia

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sábado, 29 de junio de 2013

Summer Breeze

La calle estaba abarrotada. Una gran cantidad de gente cruzaba la avenida aprovechando la llegada de los primeros rayos de sol del verano, la brisa veraniega hacía más agradable el estar sentado en aquél banco alejado de la multitud. Tomó otra cucharada de la tarrina de helado que sostenía en la mano antes de ponerse en marcha de nuevo.

Miró el mensaje del móvil que le acababa de llegar para confirmar el lugar de encuentro con sus amigos y se dirigió hacia ahí. Tras encontrarse con ellos fueron al lugar de siempre. Hacía mucho que no se encontraban, todos tenían algo que contar, nuevas experiencias, trabajo, fiesta, sexo... Pero él tenía algo más interesante en lo que fijarse a pesar de que le interesaba todo lo que sus amigos le pudieran contar.

Su atención estaba fijada en los dos ojos azules que tenía dos mesas mas adelante, ojos que no le habían apartado la mirada desde que había entrado por la puerta del bar. Tenía los dos brazos tatuados por completo, encorvado hacia delante y con los codos apoyados sobre la mesa sostenía entre sus manos una taza de café. Una descuidada barba incipiente hacía juego con su pelo moreno. Apartaba la mirada de vez en cuando para hacer caso a los amigos que tenía al lado, soltando alguna que otra frase en un inglés con un claro acento británico, pero pronto volvía a clavar su mirada un par de mesas más adelante.


A veces dudaba de las motivaciones de los extranjeros: no se les solía ver muy a menudo por aquella ciudad, sólo se dedicaban a beber, a ver el fútbol y a salir por los bares por la noche, pero por alguna extraña razón éste parecía diferente. Su curiosidad iba en aumento hasta que los amigos lo sacaron de sus divagaciones. Se ofreció para ir a pedir algo a la barra casi sin darse cuenta; mientras el camarero le servía su peculiar observador hizo lo mismo.

Sentía como el corazón le latía con fuerza en el momento en el que se puso a su lado en la barra, de nuevo las miradas se cruzaron seguidas de una tímida sonrisa y un brusco cabeceo. Pudo observar más de cerca sus brazos tatuados en aquel breve cruce de miradas: era un tatuaje al estilo polinesio, una serie de flores angulosas y grabados recorrían sus brazos del hombro a la muñeca. El tamaño de sus brazos realzaba la belleza del tatuaje, haciendo a aquél extranjero más atractivo de lo común.

A pesar de tener lo que habían pedido sobre la mesa ninguno de los dos parecía tener la menor intención de moverse de ahí. Por su mente pasearon todo tipo de imágenes en las que aquél extraño el único protagonista, en ellas lo veía con sus poderosos brazos rodeando su cintura, recorriendo todo su cuerpo con sus manos y mordiendo la piel de su cuello. Aquellas imágenes hicieron que subiera la temperatura de la sala, se llevó lo que había pedido rápidamente a la mesa y se excusó para salir a tomar el aire un momento.


Se apoyó en la pared del local y respiro profundamente para calmarse. Llevaban tanto tiempo metidos ahí dentro que ya había anochecido. Las luces de las farolas comenzaban a encenderse, hacía rato que la gente había abandonado la calle, los primeros comercios empezaban a cerrar. Aquél momento de paz consiguió relajarlo, desconectó durante unos instantes del mundo, hasta que el hombre de los tatuajes apareció apoyado sobre la pared a su lado. Casi murió del susto, pero fue el momento que aprovecharon para iniciar una conversación. Le tendió la mano amablemente y se presentó, se llamaba Alec y había venido a la ciudad a pasar unos días de vacaciones con sus amigos desde Londres.

Estuvieron un rato hablando tranquilamente hasta que los amigos de dentro del bar vinieron a buscarlos,  todos estaban algo mosqueados por su ausencia y además debían irse pronto. No había más remedio que despedirse. El interés en él de Alec se puso de manifiesto cuando sacó un bolígrafo y una servilleta del bolsillo y escribió algo en ella. Se la entregó poco antes de marcharse.
Tras comentar la situación con sus amigos miró la servilleta, ante la atenta mirada de todos. En ésta estaba escrita su número de telefono y una nota: "If you want to spend some more time with me... XXX". Sólo por la frase ya se podía suponer que sólo quería algo de una noche, pero no le importaba, estaba decidido a llamarlo.

Lo llamó al día siguiente y concretaron una cita. Volvieron al mismo bar donde se conocieron, solo que esta vez estaban solos. Charlaron más tranquilamente, no tuvieron ningún problema para comunicarse a pesar de hablar lenguas diferentes, además él podía ver en los ojos de Alec todas sus intenciones. La conversación alcanzó su momento cumbre cuando ambos dejaron las cosas claras, sabían que no se iban a volver a ver una vez que Alec acabara sus vacaciones, así que se limitaron a seguir sus impulsos del momento.

El momento los llevó a la habitación de hotel del caballero inglés. En cuanto cerraron la puerta Alec lo empujó contra la misma y comenzo a besarlo con fuerza. Recorrió con sus manos cada centímetro de su cuerpo, abriendose camino entre la ropa que llevaba puesta. Ambos notaron la presión en su entrepierna mientras continuaban con aquél momento fugaz, algo que quizás no volverían a repetir pero de lo que no se arrepentirían jamás.


El fuego del momento acabó por dejarlos desnudos en la cama. Alec besó sus labios antes de bajar poco a poco por su pecho desnudo y sudoroso. Acarició sus pezones con las manos antes de llegar a su cintura, en cuanto puso los labios en su glande comenzó la fiesta de verdad. Su técnica lo maravilló, se llevó las manos a la cabeza, sumido en un intenso placer del que no quería escapar. Tras aquél espectáculo Alec le abrió las piernas y comenzó a besar su ano, un beso profundo y placentero en el que se adentraba en él. Le agarró la cabeza mientras seguía dándole placer.

Tras aquel largo beso follaron como no lo habían hecho en su vida, Alec se puso detrás suyo y comenzó a empotrarlo con fuerza. Nunca había sentido tanto placer con una persona que conocía desde hacía tan poco. Besaba su cuello de vez en cuando, sin parar de penetrarlo. Tras un rato Alec se tumbó boca arriba en la cama y él siguió con el baile, sentado sobre él. Notaba perfectamente cómo el rabo de su extranjero masajeaba su próstata, haciendo que sintiera más y más placer. Cuando no pudo aguantar más tiempo soltó un generoso chorro sobre el pecho de Alec. Este siguió penetrándolo y rato más antes de salir de él, después se levantó de la cama y comenzó a masturbarse cerca de su cara mientras agarraba su cabeza con la mano. Después de que le llenara el rostro de aquella dulce crema se besaron otra vez.

Se ducharon juntos después de permanecer un largo rato abrazados en la cama, disfrutando del poco tiempo que les quedaba. En el momento de la despedida Alec le entregó una tarjeta, en ella estaba su dirección en Londres. Se despidieron con un largo beso en la puerta del hotel, esperando volver a verse algún día.



Me alegro de estar de vuelta, hasta el próximo relato
Hunk