Las luces comenzaron a apagarse en el gran edificio de oficinas en el que trabajaba, dando punto final a otra semana aburrida y repetitiva. Dejó apartada la gran montaña de papeles en la que se encontraba y se dirigió a su coche, decidido a acabar con la rutina una semana más.
Muchas veces se había preguntado qué demonios estaba haciendo en aquella oficina, entre papeles y olor a tinta pasada en el aire. Sólo los viernes, cuando cerraba las puertas de aquél lugar tras de sí, era capaz de animarse y despejarse, de sentir cómo sus preocupaciones abandonaban su cabeza y se perdían en el ambiente de aquella discoteca que tanto le gustaba.
Se desabrochó un par de botones de la camisa blanca que vestía y se quitó la corbata mientras arrancaba el coche, consiguiendo así el estilo informal que solía aparentar. Tras revolverse un poco el pelo se sintió preparado para pisar el acelerador y dar comienzo a la noche. Un rato más tarde, tras dejar muy lejos aquél edificio infernal llegó a su destino.
La música retumbaba a través de las paredes del local que frecuentaba. En el momento en el que cruzó el umbral de aquél lugar la música alta y el ambiente lo envolvió; la gente bailando a su alrededor, sonriendo, pasándolo bien y compartiendo un momento con alguien hicieron que se sintiera mejor que nunca. Puede que muchas de aquellas personas buscaran a alguien aquella noche, alguien a quien conocer, alguien a quien amar, o simplemente alguien con quien pasar un buen rato, pero él ya había encontrado a aquella persona.
Aquella persona se encontraba a varios metros delante de él, posando sus manos en dos grandes discos de vinilo mientras sostenía con su hombro uno de los cascos que llevaba al cuello. Lo observó atentamente como cada viernes, vestido con una camisa blanca desabrochada y arremangada que dejaba ver algo del vello que cubría su pecho. Unas discretas gafas cubrían su cara delgada y de rasgos finos que tanto le gustaba. Aquella noche lo volvería a hacer. Tras estar observándolo otro rato más se acercó, como cada viernes, a aquél DJ a pedir su canción favorita. Lo miró a los ojos mientras se acercaba a él para escuchar mejor la canción que pedía; sus ojos no podían esconder sus intenciones. Después de que el DJ asintiera con una sonrisa, como siempre, volvió a la pista a bailar. Su canción comenzó a sonar poco después, mientras la letra lo inundaba por completo comenzó a mover su cuerpo al ritmo de aquélla sinfonía electrónica.
Estaba en trance en aquellos momentos, sintiendo cada nota de aquella canción, sólo un inesperado roce en su espalda consiguió hacerlo despertar.
Se dio la vuelta para comprobar quién había sido el que le había interrumpido, su corazón dio un vuelco en cuanto vio la camisa blanca y las gafas de la persona que llevaba tanto tiempo esperando. Había dejado su canción en bucle y abandonado su puesto para bailar con él, sólo con él. Bailaron sin descanso, con la mirada fija en los ojos del otro, sin perder detalle de aquél momento con el que había soñado, hasta que su DJ le agarró de la cintura mientras estaba detrás de él durante uno de sus pasos de baile. Sintió su corazón latir acelerado en su espalda, su suave mano derecha palpaba con delicadeza su abdomen, con un suave susurro, antes de volver a su puesto, le pidió que lo esperara cuando terminara de trabajar.
Conocía muy bien su hora de salida, pues siempre se iba del local después de que se fuera. Tras un rato asimilando lo que nunca pensó que sucedería salió del local y esperó apoyado sobre la puerta de su coche a que saliera. Lo vio acercarse a él un rato después, cargando con dos bolsas de tela cargadas de discos. Se pusieron cara a cara junto al coche, dejó caer las bolsas al suelo para estrecharle la mano, sin parar de mirarle a los ojos.
Hablaron un rato tranquilamente, para conocerse un poco mejor. Ambos confesaron que habían sido muchas las noches que habían pasado el uno pendiente del otro, mirando de vez en cuando hacia donde estaba el otro. Era evidente que había una atracción física muy fuerte entre los dos. Tras un rato más conversando se dieron cuenta de que aquella interacción trascendía de lo físico, tenían más cosas en común de las que jamás hubieran imaginado. No pudieron evitar acercarse cada vez más y acabar besándose en los labios, como siempre habían deseado.
Su pasión tomó rienda suelta cuando él se ofreció a llevar a su DJ a su casa. No pudo quedarse sentado en el coche, había que aprovechar aquel momento. En cuanto cerraron la puerta de su casa tras de sí se arrancaron literalmente la camisa de encima y se encerraron en el dormitorio. Disfrutaron de aquella noche como nunca, al igual que todas las demás que pasaron juntos.
Su pasión tomó rienda suelta cuando él se ofreció a llevar a su DJ a su casa. No pudo quedarse sentado en el coche, había que aprovechar aquel momento. En cuanto cerraron la puerta de su casa tras de sí se arrancaron literalmente la camisa de encima y se encerraron en el dormitorio. Disfrutaron de aquella noche como nunca, al igual que todas las demás que pasaron juntos.
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