Aparecidos ~ Hunklopedia

domingo, 7 de diciembre de 2014

Aparecidos

Una luz tenue iluminaba la estancia improvisada en la que había acabado, apenas sabía lo que había ocurrido tras salir de aquél bar, pero decidió olvidar aquél detalle cuando se encontró sin pantalones contra aquél muro de hormigón. Había aparecido de repente, como por arte de magia, como traído por la noche.

Apoyadas sus manos contra el muro esperaba impaciente lo que podría ocurrir. El corazón le latía rápido y el sudor comenzaba a deslizarse por su espalda, una pequeña gota fría recorrió el espacio entre sus nalgas, provocándole un escalofrío. Su rabo rozaba el hormigón, húmedo desde hacía rato y tan duro que parecía dolerle. Respiraba nervioso mientras seguía esperando, apretaba y relajaba sus nalgas, esperando a que su amo de aquella noche aliviara sus penas.

Fue entonces cuando notó su presencia acercándose, ni siquiera apartó la vista de la pared, pues sabía que era él. Notó como sus manos acariciaban sus nalgas desnudas, y cómo instantes después exhalaba sobre su ano. Contuvo la respiración cuando notó la humedad de su lengua recorrer su agujero con fuerza, notó cómo separaba sus nalgas para disfrutarlo más. Buceaba en su culo mientras él disfrutaba de la experiencia, gemía para complacerlo mientras lo abría más y más. Aquella noche era suyo, para su disfrute, para su uso.

La humedad cesó con un azote en ambas nalgas, mientras sentía cómo se levantaba y surcaba su cuerpo con las manos. Empezó a jugar con su miembro, agarrándolo bajos sus piernas y estirándolo hacia atrás, se pegó todavía más al muro mientras él acariciaba su glande húmedo. Lubricó más mientras más lo tocaba, el sólo pensar lo que pasaría tras acabar su juego era lo que más lo excitaba y lo que más necesitaba.

Su amo acabó entonces de jugar, sintió cómo su miembro duro le golpeaba las nalgas, cómo recorría varias veces toda su extensión. Contuvo de nuevo la respiración cuando sus dedos húmedos comenzaron a meterse en él, gimió cuando se acercaron al punto exacto, aquél que su amo conocía tan bien. Uno tras otro fueron pasando, hasta que rogó que lo follase. Sin vacilar un instante, lo complació. Primero sintió la punta entrar, abriéndose paso. El dolor fue intenso al principio, pero supo mitigarlo a medida que lo penetraba, mientras que alcanzaba su límite.

Lento y rápido a la vez, sin compasión y entre gemidos, pegado a aquél muro, disfrutó de su momento. Notó cómo su rabo cada vez estaba más duro y húmedo, sus piernas se agarrotaban y una presión en la ingle le indicaba que el momento estaba cerca, pero no sería él quien acabara con aquél buen dolor. Su amo continuó penetrándolo con fuerza, empujón tras empujón, gemido tras gemido, hasta que aquella presión se desvaneció por sí sola, mientras sus manos todavía seguían contra aquella pared. El placer fue máximo cuando descargó, sintiendo todavía la llenazón en su interior, mientras lo empujaba sin cesar.

El calor en su ano era máximo cuando su amo estaba a punto culminar la faena, fue entonces cuando salió de él de golpe y le forzó a separarse del muro y a darse la vuelta. Vio perfectamente cómo masturbaba aquél rabo fuera de lo común delante de sus ojos, esperaba su premio con ansia, hasta que su amo agarró su cabeza y descargó sobre su cara. Las gotas calientes bajaban por sus mejillas mientras el amo gemía satisfecho.

Desapareció al igual que había aparecido, llevado por la noche. Se llevó las manos a la cara para limpiarse, o despertarse de aquél sueño, pero no despertó, su olor estaba ahí, había sido real, lo más real que había vivido nunca. Tambaleándose al principio y despacio después recogió la poca ropa que llevaba para volver a casa. Nunca volvió a verlo, pero el recuerdo de aquella noche todavía persiste en sus fantasías más oscuras.




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