Stay

Una tenue luz envolvía su ático aquella noche. Se encontraba sólo y semidesnudo, observando las luces de la ciudad a través del gran ventanal de su salón. Apoyó el brazo sobre uno de los grandes cristales y suspiró mientras esperaba pacientemente a que la hora llegara. Cerró los ojos lentamente para relajarse, sabía que aquella era su última oportunidad.

El timbre de la puerta sonó mientras reflexionaba, sacándolo de golpe de sus pensamientos. Tras levantar la vista del cristal se dirigió a la puerta y la abrió. Tras el umbral lo estaba esperando: Alto, pelo corto, moreno, ataviado con una sencilla camisa blanca que marcaba sus músculos; la persona con la que quería estar el resto de su vida. Lo invitó a pasar, esperando que no tuviera que abandonar aquella casa nunca más.

No hicieron falta muchas palabras para que aquella camisa ceñida se desprendiera de su cuerpo. Su invitado le besó en el cuello, mientras lentamente bajaba sus labios por su cuerpo, al llegar a su ingle metió los dedos bajo su pantalón y se lo quitó, dejando su miembro erecto al descubierto. El tacto de su lengua en aquella zona lo sumió en un placentero estado de embriaguez, unos minutos después estaban en la cama disfrutando del mejor sexo que jamás habían experimentado.

Cuando terminaron él se levantó de la cama, dispuesto a vestirse y marcharse, como todas las demás veces que habían estado juntos. Ya estaba harto de aquello, lo deseaba más allá de lo físico. Sabía que él sentía lo mismo, pero no se atrevía a admitirlo. Aquella vez lo detuvo agarrando su mano antes de que se marchara. Mirándolo a los ojos y con el corazón en un puño pronunció las palabras que habría querido pronunciar antes:

- No te vayas, quédate conmigo. Te quiero.

A weak light was filling the attic that night. He was alone, half naked, watching the lights of the city through the big window of the living room. He leant his arms against one of the windows and heaved a sigh while he was waiting patiently for the time to come. He closed his eyes to relax; he knew that was his last chance.

The sound of the doorbell made him snap back to reality. He went to the door and opened it. He found someone waiting on the other side: tall, short and dark hair, wearing a simple white shirt that showed off his muscles. That was the guy he wanted to spend the rest of his life with. He invited him in wishing he would never have to leave.

No words were needed for that tight shirt to be taken off. The guest kissed his neck while slowly going down through his chest. When he reached the thigh he sticked his fingers in his trousers and took them off leaving his hard dick out. The taste of his tongue on the area made him go wild. After a few minutes they were in bed enjoying the best sex they had ever experienced.

When they finished, the guest stood up ready to leave just like every time they were together. He was so fed up with it, he wanted him far beyond the physical part. He knew his sex partner felt the same but he didn't dare to admit. That time he held on to him before he left. Looking deep into his eyes and with the most sincere words coming out of his mouth, he said:

- Don't leave, stay with me. I love you.